La derecha necesita premios

“Fulanito recibió del Centro de Altísimos y Muy Buenísimos Estudios Muy superiores de México el Doctorado Honoris Causa por logros destacados en el campo de la excelencia”, “Sutanito ha recibido del Colegio de Asuntos Intrascendentes del Estado un muy merecido reconocimiento a su trayectoria profesional y se le ha entregado el ampliamente codiciado Tucán Dorado”, “Perenganito ha sido nombrado por sus subalternos como el mejor jefe del mundo por 3 años consecutivos”. Seguramente al leer esto le ha rondado en la cabeza por lo menos 1 caso que podría encajar con las sátiras anteriores.

Querido lector, el líder de derecha necesita premios; tiene que llenar ese ego gigante pero frágil con reconocimientos, que aunque cuestionables, alimentan un personaje que necesita permanentemente la aprobación de otros como mecanismo de afirmación. Se sabe perfectamente que carecen de valor y legitimidad, pero siempre será más importante para ellos la apariencia que la esencia y por tanto, en este caso, más es mejor. Las distinciones reales no se obtienen así, no se obtienen pagando ni a cambio de favores, promesas o prebendas, tienen otras lógicas algo más complejas.

Los líderes de derecha suelen tener las manos hinchadas de tanto aplaudirse entre sí, celebran y engrandecen mediáticamente esos reconocimientos cargados de ironía y mucha retórica populista; “al fomento del deporte” cuando el premiado es un personaje alejado de ese campo que lo único que sabe de deporte es que si lo practica le da el soponcio. “Al hombre del año”, pues imaginará usted que el año estuvo igual de espantoso que el desempeño de la Selección Mexicana en cualquier evento. Se premian unos a otros buscando establecer en el imaginario colectivo una idea de distinción, pero que al final de cuentas es insostenible solo desde el discurso.

En épocas del capitalismo tardío todo tiene un precio, incluso los premios. ¿No me cree? Pregúntese entonces como “distinguidas personalidades” como Carlos Trejo (si, el caza fantasmas) o Laura Bozzo (exacto, la que grita “que pase el desgraciado” han logrado acceder a ciertas distinciones como un Doctorado Honoris Causa. Lamentablemente pocos de estos líderes se sentirán identificados con este escrito puesto que nadie en su sano juicio aceptaría que es de derecha en primer lugar, que pena, pero, aunque ahora se disfracen de 4T, de progresistas latinoamericanos o de izquierdistas de cepa, sabemos que su nivel de conservadurismo es proporcional a la cantidad de premios y reconocimientos que les consiguen sus lacayos o los que sus bolsillos pueden comprar.

Entonces proponemos un breve cuestionario; primero pregúntese ¿qué institución otorga el premio? ¿Cuál es su historia, su trascendencia o su prestigio? ¿Quiénes son sus miembros? ¿A qué otras personas han entregado reconocimientos? Y; ¿quién recibe el premio? ¿Es una persona de convicciones firmes? ¿Congruente? ¿Honorable? ¿Digna? Y ustedes me podrán decir, también la izquierda utiliza esas artes. Lo que creo es que si alguien que se dice de izquierda las utiliza, tiene un extravió ideológico muy acentuado y no es lo que dice que es.

El líder de “izquierda” que se presta a estos vericuetos pondera una agenda unipersonal, la suya. No cree en la fuerza de lo colectivo sino en el mesianismo. No busca al bienestar social sino crearse una imagen superficial que le de réditos políticos, académicos, sociales o populares. Entonces, no es, ni será nunca de izquierda. Así que, si por azares del destino ve la foto de un enguantado, con toga y birrete o a un personaje público recibiendo una placa con marco muy pero muy dorado deténgase un momento y hágase las preguntas pertinentes que aquí se proponen.

Puede ser que usted esté a punto de sufrir un engaño intelectual con el fin de que le otorgue, a quien no lo merece, características que no tiene, pero que el premiado cree que puede comprar o conseguir por vías no legítimas. ¡No se deje!

José Luis García

Docente Universitario

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